Cultura

Carla Simón rescata la memoria silenciada de la generación perdida por el sida: "Tras Franco, la gente se liberó"

La directora presenta Romería, una cinta íntima y poética sobre la huella del sida en España tras la dictadura y celebra la cálida acogida de su obra

  • Carla Simón en la alfombra roja del Festival de Cannes 2025 -

Carla Simón ha conmovido al público del Festival de Cannes con 'Romería', su nuevo largometraje y firme candidata a la Palma de Oro, en el que explora con delicadeza y profundidad la herencia emocional y social de una generación devastada por el sida en España. La cineasta, que ya abordó esta temática de manera tangencial en su debut, Verano 1993, pone ahora el foco directamente sobre la llamada generación "perdida", marcada por las drogas, la transición democrática y el silencio colectivo.

“Tras la muerte de Franco, la sociedad española vivió una euforia de libertad. Pero con ella llegaron también las drogas, especialmente la heroína, y el sida. Fue una generación que no conocía las consecuencias de sus actos y el resultado fue devastador”, explicó Simón durante la rueda de prensa en Cannes, acompañada por la productora María Zamora, la actriz protagonista Llúcia Garcia, el actor Mitch Martín y la directora de fotografía Hélène Louvart.

En 'Romería', Simón plantea un viaje íntimo y simbólico hacia la memoria familiar y colectiva, a través de una joven que indaga en la historia oculta de sus padres. La cineasta recupera así la voz de quienes fueron silenciados por el estigma del sida y la marginación. “Me di cuenta de que no era solo la historia de mis padres. Había muchas familias marcadas por esa tristeza. Muchísima gente fue golpeada directa o indirectamente, pero dejaron de hablar de ellos. Era urgente desenterrar esos recuerdos”, reflexionó.

Simón subrayó que la película no nace desde el conflicto, sino desde la curiosidad. “La protagonista no está en crisis, solo quiere entender. Eso me interesaba mucho, porque transforma el relato en un viaje de descubrimiento, de reconstrucción poética”, añadió. Este enfoque ha calado entre los asistentes al festival, cuya respuesta ha sido “excelente”, según la directora. “No sabía si el público me seguiría en este viaje onírico y emocional, pero fue muy positivo”, afirmó con emoción.

Uno de los mayores retos del filme fue enfrentarse a recuerdos fragmentarios y contradictorios. “La memoria no funciona de forma lineal. Me contaban cosas diferentes sobre los mismos hechos. A veces era como un juego, como intentar reconstruir un rompecabezas de algo que no viví”, confesó. Fue entonces cuando el cine se convirtió en una herramienta poderosa para dar forma a lo intangible: “Tenía el diario de mi madre y, al leerlo, podía casi oír su voz. El cine me permitió acercarme a eso y convertirlo en imágenes”.

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