Política

Feijóo replica en Las Ventas a uno del tendido 7, que le pide "ser más duro" con Sánchez: "Estese atento"

Vozpópuli acompaña al líder del PP a una tarde de toros en Madrid: “No hay que etiquetar la cultura, ni el ocio, ni la música, ni la Tauromaquia”

  • Feijóo, en el patio de cuadrillas de Las Ventas, saluda a ‘El Fini’ -

Jueves 22 de mayo, San Isidro, Madrid. Verónica es hija, hermana y esposa de toreros. Como escribió Rafael de León, hoy le han clavado el puñal de los carteles. El que torea es su marido: Miguel Ángel Perera. El sol y los claveles palpitan en la cal como un latido, y ella oculta el miedo en unas enormes gafas oscuras. Esta tarde no podrá ver la corrida como acostumbra, junto a su padre, Pedro Gutiérrez Moya, el Niño de la Capea, figura del toreo entre los setenta y ochenta, que hace las veces de asesor taurino con Alberto Núñez Feijóo.

El líder de la oposición tiene interés por los toros, le gustan. Aunque no es aficionado. Acude a Las Ventas por segunda vez desde que preside el Partido Popular. Le acompaña la vicesecretaria Noelia Núñez, alevín de Génova. A las seis en punto se ha citado con su mentor -que viene rodeado de su encantadora familia- en una taberna aledaña, en la calle Julio Camba. La típica previa. La llegada del político al punto de encuentro se complica por la atención que suscita entre el gentío. Tarda unos veinte minutos en recorrer un par de metros, ralentizado por la catarata de saludos y selfies. “Esto a Sánchez no le pasa”, se jacta un miembro de su equipo. 

Media hora más tarde, la comitiva, escoltada por tres seguratas, emprende un tortuoso paseíllo hasta la plaza. Capea viste por dentro las fatigas dobles. Su mujer advierte de que Feijóo puede llevarse algún que otro codazo. Riesgo al que se enfrenta quien comparte localidad con el padre político del que se juega la vida con el burel. Pero Capea, de carácter afable, va sonriente. Se congratula de que el presidente de la primera formación del país asista a una corrida de toros. “Es maravilloso, porque celebrar los toros es celebrar también las tradiciones de España”, dice en conversación con Vozpópuli. 

Al paso de Feijóo, se escuchan todo tipo de comentarios. No son pocos los viandantes que le desean “mucha suerte” y la confusión con los toreros lleva a algunos a llamarle “maestro”. Gasta buen sentido del humor el gallego. Cuando se topa con un hombre bajito y anchito, que sostiene en su mano derecha un habano bien largo, bromea: “Cuidado con este señor, que tiene puros pequeños”. Hay quienes le dan “muchas gracias por apoyar la fiesta”. Y, por supuesto, los que le reciben con un puyazo: “Más duro con Sánchez”. 

La plaza de Madrid, pueblo vivo, síntesis de nuestra España, tiene un tendido, el siete, donde se congregan los aficionados duros, los exigentes, los que le piden al torero que se cruce al pitón contrario; los que cada tarde acuden con un pañuelo verde en el bolsillo para pedir la devolución del animal a poco que tropiece. Son los que agitan a la masa al son de palmas y pitos. Es un abonado del siete quien le pide a Feijóo que se arrime con su rival. Cómo no. Y el líder del PP, de manera críptica, replica: “Estate atento”. Preguntamos a qué se refiere, si es que nos acaba de soltar una exclusiva -eso sí que sería una noticia, Feijóo dando una exclusiva-, pero rápidamente se corrige: “Hay periodistas delante”. 

Va con el tiempo justo. Por la mañana ha visitado a Perera en el hotel Palace, que le ha regalado un capote firmado. Han quedado en reencontrarse en el patio de cuadrillas. Casi no llega al túnel oscuro del miedo. Entra a la plaza por el desolladero, donde van a parar los toros muertos, arrastrados por las mulillas. En la cola de , le abordan dos periodistas micrófono en mano. Una de ellas pregunta por cierta polémica con el voto en Eurovisión y se zafa con una larga: “Mire, vengo a una muy buena corrida de toros y no voy a hablar de cosas tan ridículas como esta”. 

Muestra su entrada al operario y trata de abrirse paso entre un centenar de personas copa en mano. Con cierto desconcierto, pregunta: “¿Esta es la zona de hidratación?”. Se le pone delante un “votante del PP de toda la vida” que, como aquel aficionado del siete, quiere que hinque el colmillo en la yugular de Sánchez. “Hay que ser más duro”. Y Feijóo entra al trapo: “Le voy a llevar un día conmigo por la calle… y verá que un treinta por ciento me dice que soy muy duro, otro treinta por ciento, que muy blando; el veinte por ciento que voy bien”. Inquiere el aficionado: “¿Los que le llaman blando son los de Vox?”. Y es cuando Feijóo entra a matar: “Por culpa de Vox no estamos en la Moncloa”. 

Feijóo se crece en su cálido transitar por las Ventas. Pisa unos terrenos que le son favorables. De un tiempo a esta parte, los toros se han identificado con la derecha. O la derecha se ha identificado con los toros. Malamente. Las distintas corrientes ideológicas han hecho una apropiación partidista tanto de los que están a favor como de los que están en contra. Ya se sabe, los principios ahí donde una encuesta dicte mayoría. Pero Feijóo defiende un arte incólume de cualquier profanación política. “Los toros no tienen apellido ideológico”, resuelve con el periodista Juan Diego Madueño. “No hay que etiquetar la cultura, ni el ocio, ni la música, ni los toros”. Sea pues. 

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