El Gobierno se indigna con los mensajes del exmiembro de la UCO pero defiende la "privacidad" de los de Sánchez con el exminstro José Luis Ábalos. El Gobierno se niega a rectificar pese a haber difundido un bulo, amparándose en una información periodística que ha sido rectificada, que atribuía erróneamente a este exagente fantasear con poner una bomba lapa al presidente. Moncloa sigue sin iniciar la correspondiente denuncia por la filtración de los mensajes del presidente.
"Varios ministros nos hicimos eco de una informacion que fue recogida por varios medios. Hay más de 3.000 whatsapp. Es verdad que algún medio ha considerado que una parte de esa conversación se podia interpretar de otra mnaera. Pero que los árboles no nos impidan ver el bosque. Esos mensajes, de esa agresividad preocupante, existe. Y uno de los protagonistas es hoy un alto cargo de la Comunidad de Madrid. Esos mensajes son impropios de un servidor público y una gota más de una cascada de fango que lleva generando el PP estos años", ha zanjado la ministra portavoz, Pilar Alegría.
Lo cierto es que Pedro Sánchez está esperando que amaine el chaparrón, consciente de que su partido -y su Gobierno- atraviesa serias dificultades tras trascender que la militante cántabra del PSOE Leire Díez maniobró para recabar información comprometedora del teniente coronel Antonio Balas, responsable de la unidad de delitos económicos y financieros de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, una unidad que está investigando algunos casos de supuesta corrupción en los que están salpicados dirigentes socialistas y y ex del Gobierno.
Lo sangrante de toda esta situación es que el Ejecutivo sigue sin rectificar la propagación de dicha información falsa de la que ya se han retractado dos medios de comunicación que se hicieron eco de ella. Dicha información aseguraba que ese exmiembro de la UCO, que actualmente desempeña como jefe de seguridad en un organismo del gobierno madrileño a las órdenes de Isabel Díaz Ayuso, bromeaba con la posibilidad de colocar una bomba lapa en el coche de Sánchez.
Aunque, en realidad, en la conversación, el agente trasladaba que su preocupación era exactamente la contraria. Es decir, que un sicario pagado por el Ejecutivo se la pusiera a él. No obstante, hasta tres del Gobierno salieron en tromba a señalar y a desacreditar a todo un exagente de dicha unidad, a la que Moncloa quiere vincular con la extrema derecha por la ideología de algunos de sus integrantes.
Oficialmente, el PSOE se defiende aclarando que Díez actuó a título personal, sin representar ni al partido ni al Gobierno. Pero si se atiende exclusivamente a los hechos reconocidos por el propio partido, Díez habría cometido dos faltas muy graves conforme a los artículos 86.e y 86.i de los estatutos federales. Por tanto, los socialistas podrían sancionarla con la expulsión o la suspensión de militancia de larga duración si así lo estima procedente tras tramitar el correspondiente expediente disciplinario con todas las garantías. El Gobierno ha insistido este martes en que Diez en absoluto maniobró en nombre del Ejecutivo.