El Cachorro y La Esperanza unen su fe en la histórica peregrinación a la Puerta Santa del Vaticano

Bajo un cielo plomizo, miles de fieles avanzaban con paso firme hacia la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Roma, la ciudad eterna, se vio desbordada este jueves por una marea verde de fe y emoción. Cofrades llegados de todos los rincones de España, especialmente de Andalucía, inundaron las calles del Vaticano en una peregrinación sin precedentes que ya forma parte de la historia viva de la religiosidad popular. Era más que un desfile: era el corazón devoto de un pueblo latiendo en el centro del cristianismo.

Entre las dos corporaciones participantes, la Archicofradía de la Esperanza de Málaga y la Hermandad del Cachorro de Sevilla, sumaron más de 2.300 personas. Las calles de Roma se convirtieron en una estampa insólita: se oía hablar español en cada esquina, había estampitas devocionales repartidas por toda la ciudad y el color verde esperanza dominaba cada plaza y cada vía. Muchos peregrinos vestían camisetas con la frase “Bajo el cielo” grabada a la espalda, en referencia al lema de la Esperanza malagueña. Esa frase, cargada de emoción, se convirtió en una declaración de identidad colectiva. Roma, por unas horas, dejó de ser solo capital del catolicismo: fue también el corazón de la devoción cofrade.

Un umbral de gracia y perdón

Cruzada solo en los Años Santos, la Puerta Santa del Vaticano es uno de los símbolos más poderosos de la fe católica. Al traspasarla, los peregrinos manifiestan su deseo de conversión, reconciliación y renovación espiritual. En el contexto del Año Jubilar 2025, proclamado por el Papa Francisco como el “Año de la Esperanza”, esta peregrinación cobra un sentido aún más profundo: es un caminar hacia la luz, hacia la gracia, hacia un futuro renovado en la fe. Que las cofradías hayan sido protagonistas de este momento evidencia su papel central en la transmisión viva de la tradición y la espiritualidad popular.

Los cofrades de la Esperanza de Málaga se han dirigido a la Puerta Santa entre palmas, vítores, lágrimas y cánticos que envolvían la emoción contenida. Los cofrades del Cachorro de Sevilla, en cambio, avanzaron en un sobrecogedor silencio, solo roto por murmullos de rezos. Los hermanos del Cachorro, vestidos de riguroso negro, caminaron con recogimiento absoluto, marcando un contraste solemne frente al estallido verde esperanza de la otra comitiva. Dos formas de fe, dos lenguajes del alma, unidos en un mismo camino hacia lo sagrado.

Según la Hermandad del Cachorro, más de 600 hermanos y devotos se desplazaron a Roma para vivir esta cita histórica. Su presencia no solo fue numerosa, sino profundamente simbólica: muchos llevaban décadas soñando con este momento. Es la primera vez que una imagen de Andalucía recibe culto en la Basílica de San Pedro.

A pie, con medallas en el pecho y lágrimas en los ojos, cruzaron la Puerta Santa convencidos de que estaban escribiendo una página imborrable en la historia de su hermandad y de la Semana Santa sevillana.

Un rincón del sur en el corazón del Vaticano

Esta peregrinación a la Puerta Santa no es solo un acto de fe, sino un hito emocional y eclesial para quienes defienden, día tras día, el valor de las cofradías como escuela de vida cristiana. Roma ha acogido a los cofrades no solo como visitantes, sino como parte viva del alma de la Iglesia. Y ellos respondieron con lo que mejor saben ofrecer: belleza, fervor y una entrega profunda que convirtió por unas horas la solemnidad vaticana en un eco del sur. Una ciudad vestida de siglos se dejó cubrir por el verde de la Esperanza, y bajo la mirada de los santos, el pueblo cofrade cruzó el umbral sagrado con la certeza de que su fe también tiene un lugar en la historia universal.

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