En un país donde el depósito bancario y la vivienda continúan siendo los pilares del ahorro, los fondos de inversión no logran convencer por sus resultados. Dos informes recientes analizan el estado de este mercado: uno de la consultora Mercer y la escuela de negocios Esade, y otro sobre la rentabilidad histórica de los fondos entre 2009 y 2024, elaborado por Pablo Fernández de IESE Business School, Lucía Fernández Acín y Javier Fernández Acín. El veredicto es claro: la mayoría de estos productos no han estado a la altura del coste que implican ni del papel que deberían desempeñar en la planificación financiera de los ciudadanos.
De hecho, el 53% de los fondos analizados no logra batir la inflación, que ha sido del 1,8% en ese periodo, y ofrecen una rentabilidad media del 2,1%, la más baja desde que se realiza el estudio. Un resultado que se debe al exceso de conservadurismo de los inversores, que continúan apostando sobre todo por activos de bajo riesgo como los depósitos bancarios o la deuda pública. Una estrategia que, aunque más segura sobre el papel, no ha servido para esquivar las pérdidas reales.

El largo invierno del inversor conservador
En torno al 40% del patrimonio de los fondos de inversión y el 30% del de planes de pensiones está invertido en categorías de riesgo mínimo. Esto ha servido de poco, sobre todo después de 2022, cuando las subidas de tipos de interés devaluaron masivamente los bonos con cupones bajos, arrastrando consigo a muchos fondos de renta fija, que llegaron a registrar pérdidas del 8%.
El informe recuerda que "el 90% de la rentabilidad futura depende del nivel de riesgo asumido y, por tanto, de la estrategia de inversión". Aquí es donde fallan muchos ahorradores, porque el miedo al riesgo les condena a productos que, incluso con rentabilidades positivas, pierden valor real frente al aumento del coste de la vida. Los fondos de inversión tradicionales tampoco salen bien parados.
El informe analiza específicamente los fondos de más de 500 millones de euros, que concentran el 59% del patrimonio. De ellos, la mayoría presenta rendimientos por debajo de la media, lo que refuerza la necesidad de mayor información y asesoramiento profesional. Entre 2009 y 2024, la rentabilidad media de los fondos de inversión españoles fue del 2,91%, según el estudio comparativo. Esta cifra palidece frente a otras opciones del mercado: los bonos del Estado alcanzaron un 4,3%, el IBEX 35 un 4,35%, el Eurostoxx 50 un 7,17% y el S&P 500 se disparó con un 13,9%. La comparación es aún más dura si se baja al detalle: solo 127 de 546 fondos analizados lograron superar la rentabilidad de los bonos del Estado. Por el contrario, 14 fondos tuvieron rentabilidad negativa.

El caso más extremo logró un -82%, mientras que el más rentable consiguió un 808%. En 2009, había 3.279 fondos de inversión activos en España. Este viernes, solo 546 han sobrevivido con 15 años de historial. En conjunto, estos fondos sumaban, a cierre de 2024, un patrimonio de 106.168 millones de euros y 3,2 millones de partícipes. La consolidación del sector es evidente, pero no así su rendimiento. En términos generales, los datos del estudio de Esade-Mercer coinciden: más del 50% de los fondos no han conseguido batir a la inflación en los últimos diez años, lo que supone una pérdida de poder adquisitivo para millones de ahorradores.
Planes colectivos: menos comisiones, más rentabilidad
En este sentido, hay algunos que se salvan, como son los planes de pensiones de empleo (colectivos, ofrecidos por empresas a sus trabajadores), que destacan como la opción más rentable y eficiente del panorama actual. Tan solo un 32% de estos productos no ha superado la inflación en los últimos diez años, frente al 53% de los planes individuales y el 60% de los fondos de inversión.
El secreto: menores costes de gestión y una supervisión profesionalizada. Mientras los planes individuales cobran comisiones de hasta el 1,26% y los fondos el 0,86%, los planes de empleo apenas alcanzan el 0,36%. Además, cuentan con comisiones de control y asesoramiento independiente que determinan la estrategia óptima de inversión. En este sentido, la baja rentabilidad de muchos fondos contrasta con las comisiones que aplican, en muchos casos superiores al 1%. El estudio de IESE apunta que la mayoría de estos productos no justifican las comisiones que cobran, y que su supervivencia se debe, en parte, a una discriminación fiscal favorable que penaliza al inversor individual frente a los vehículos colectivos. ¿Y ahora qué? Ante este panorama, el informe y los expertos coinciden en que no se trata de ahorrar más, sino de ahorrar mejor. Pero ¿cómo? Diversificando carteras, incluyendo acciones, renta variable internacional y fondos indexados.

Apostando por fondos que inviertan en bolsa estadounidense, que han ofrecido rendimientos del 8,3% anual en la última década. Considerando productos como ETFs o fondos indexados, con bajos costes de gestión y buen comportamiento a largo plazo. Y, sobre todo, buscar asesoramiento independiente. Al final, la clave está en las tres dimensiones de la educación financiera (el ahorro, el riesgo y el producto), esenciales para una toma de decisiones eficaz. Dominar estas tres áreas puede marcar la diferencia entre conservar o perder poder adquisitivo. Mientras tanto, millones de españoles siguen confiando en productos que, aunque seguros en apariencia, no ofrecen rendimientos reales positivos.
El ahorro colectivo, tal como está estructurado, necesita una revisión profunda para poder garantizar un futuro financiero más estable a los ciudadanos. Por eso no solo se trata de ahorrar, sino de hacerlo de forma inteligente.