Andalucía

Del este de Europa a la Costa del Sol: el tráfico de armas sigue los mismos canales que la droga

El flujo de armas ilegales hacia España ha tomado un cariz tan alarmante como complejo

  • Arco de entrada de Marbella, capital de la Costa del Sol -

El flujo de armas ilegales hacia España, y en particular hacia la Costa del Sol, ha tomado un cariz tan alarmante como complejo. Lo que en otro tiempo se entendía como un problema vinculado al narcotráfico hoy se entrelaza con conflictos bélicos internacionales, corrupción institucional y un mercado negro en expansión que se alimenta del caos y de los silencios cómplices.

Las guerras, como la de Ucrania, han actuado como un catalizador del tráfico de armas. Según fuentes de la Guardia Civil especializadas en armas y crimen organizado, la entrada de armamento pesado en España ha seguido el patrón habitual que se repite cada vez que estalla un conflicto: descontrol en las fronteras, desaparición de pertrechos y venta clandestina. “Eso ocurre siempre. Cada vez que hay un conflicto, hay un desajuste de control y pasan armas desde la zona limítrofe. Ahora vienen de Ucrania y Polonia, donde hay mucho descontrol. Muchos de los que cogen armas en el frente luego rinden… y las armas desaparecen”, aseguran.

Esta misma fuente subraya que los Kalashnikov —rifles de asalto diseñados para guerra— ya se han decomisado en distintos puntos de Andalucía. “Las tienen en guarderías, como hacen con la droga. No han comprado mejores armas aún, pero si las necesitaran, podrían acceder a modelos de mayor potencia sin dificultad. Aquí han aparecido ya”, confiesan con preocupación.

Uno de los datos más escandalosos que sale a la luz es que parte de ese tráfico no ha venido únicamente del extranjero. “Antes venían del mercado negro, pero una parte importante venía de dentro, de la propia Comandancia" denuncia este experto de la Guardia Civil. Esta afirmación remite directamente al escándalo judicial conocido en Málaga, donde varios altos cargos del cuerpo fueron acusados de desviar armas destinadas a ser inutilizadas o destruidas para su posterior venta ilegal.

Según explica, existía un doble sistema de fraude: uno consistía en fingir que el arma había sido destruida, cuando en realidad era vendida en el mercado negro; el otro, en presentar un arma como inutilizada para obtener el certificado oficial, y luego sustituirle el cañón por uno funcional. “Ese es el sistema del que nadie quiere saber nada. El capitán, el teniente… había más implicados. Pero nadie quiso tirar de la manta”, lamenta.

Este caso llegó a juicio en noviembre pasado, con varios imputados entre ellos ex mandos de la Guardia Civil, pero según denuncian desde dentro, “se han perdido diligencias, algunas han desaparecido. Se busca la nulidad del juicio. Desde 2002 no se había tocado nada, y ahora, cuando por fin se juzga, hay obstáculos”.

La dimensión del problema es mayor de lo que muchos imaginan. En la actualidad, hay decenas de miles de armas registradas legalmente en Málaga, unas 50.000 según datos de la Guardia Civil. Pero nadie sabe con certeza cuántas ilegales hay en circulación. Lo que sí se ha confirmado es que las incautaciones han aumentado exponencialmente, y que cada vez son más frecuentes las armas de guerra, no solo pistolas o escopetas como en el pasado.

En operaciones recientes, como “Brutale”, se han requisado fusiles tácticos del calibre 300 blackout, munición abundante y dinero en efectivo. Las armas eran adquiridas por testaferros con licencia y luego revendidas a bandas dedicadas al tráfico de drogas. Algunas fueron encontradas en plantaciones de marihuana, utilizadas como herramientas para proteger la mercancía frente a otros grupos criminales.

Este panorama se traduce en una calle más armada y violenta. En poco más de meses, Málaga ha vivido un carrusel tiroteos y ajustes de cuentas por toda la Costa del Sol. La aparición de fusiles en viviendas okupadas, y la facilidad para adquirir armas en mercadillos, a través de Internet o mediante el mercado de coleccionistas lo confirma: Las armas ya no son un privilegio de las grandes organizaciones, sino parte del día a día incluso en reyertas personales.

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