La comparecencia del Controller Financiero de Tragsatec destapa nuevos detalles del polémico caso que investiga la contratación y el trabajo de Jésica Rodríguez. La implicación de altos cargos y el silencio institucional alimentan las sospechas.
El llamado "caso Koldo", que ha sacudido las entrañas del entramado público-empresarial vinculado al Gobierno, ha sumado un nuevo capítulo este martes con la esperada comparecencia en el Senado del Controller Financiero y de Personal de Tragsatec, Sergio Bote. Ante la Comisión de Investigación, Bote ha revelado la existencia de un correo electrónico clave: uno en el que se le pedía que dejara de presionar a Jésica Rodríguez, cuya figura se ha convertido en el centro de las sospechas sobre posibles enchufes y tratos de favor dentro de la empresa pública.
La comparecencia no ha sido una más. Ha sido, probablemente, una de las más esclarecedoras hasta el momento. Aunque no exenta de contradicciones, ha puesto negro sobre blanco la existencia de una cultura de silencios, borrados y presiones que parece permear hasta los niveles más altos de la compañía.
Un correo clave, hoy borrado
El hecho más llamativo fue la confesión de Bote sobre un correo recibido en 2021. Según explicó, en aquel mensaje un superior jerárquico —la entonces gerente de Tragsatec, Caridad Martín— le pedía explícitamente que dejara de solicitar a Jésica que cumpliera con su parte más básica como trabajadora: rellenar el parte horario, documento esencial para acreditar las horas efectivamente trabajadas.
Bote itió que probablemente borró ese correo porque, en su momento, no le pareció relevante. "Nunca pensé que tendría la importancia que ha tenido ahora", afirmó. "Si lo hubiera sabido, lo habría guardado". La afirmación no ha pasado desapercibida entre los senadores, que han recalcado la gravedad de destruir una posible prueba de irregularidades istrativas.
¿Quién protegía a Jésica?
La cadena de correos electrónicos se origina tras dos mensajes que Bote envió directamente a Jesica Rodríguez durante los meses de marzo y abril de 2021, instándola a completar su parte horario. La respuesta institucional no fue el respaldo a su exigencia —basada en el protocolo interno de Tragsatec—, sino una insólita advertencia que llegó indirectamente, a través de un correo reenviado por su superiora.
El mensaje original, que según todo apunta procedía del entorno de Ignacio Zaldívar en Adif, decía lo siguiente: "Hay un tal Sergio Bote que está molestando a Jésica...". La frase no solo apunta a una posible influencia externa en la operativa de una empresa pública como Tragsatec, sino que sugiere un intento de proteger a Rodríguez de las obligaciones básicas de cualquier empleado.
A partir de mayo de 2021, Jésica comenzó a entregar el parte horario. Sin embargo, Sergio Bote no pudo asegurar si ella misma lo rellenaba o si lo hacía una tercera persona. “Yo ya me olvidé del tema porque el parte empezó a aparecer. Ya no volví a reclamar nada”, reconoció.
Esta declaración alimenta aún más las sospechas de que la regularización de su situación podría haber sido solo formal, sin que ello implique que realmente estuviera trabajando. De hecho, Virginia Barbancho, jefa de proyecto en Tragsatec, ya había denunciado el viernes anterior que Jesica nunca activó el sistema de fichajes. Un hecho que refuerza la percepción de que la empleada, presuntamente enchufada, estaba siendo blindada desde distintos niveles jerárquicos.
Caridad Martín, la primera señal de alarma
La figura de Caridad Martín, exgerente de Tragsatec, se ha convertido también en uno de los vértices de este complejo triángulo. En su intervención ante la misma Comisión de Investigación, ya reconoció "anomalías" en la contratación de Jesica Rodríguez.
Actualmente suspendida de empleo, Martín ha sido presentada por algunos sectores como el "chivo expiatorio" que Tragsa ha utilizado para preservar a los cargos vinculados al PSOE. La implicación de Zaldívar y el reenvío del correo por parte de Martín a Bote se convierten en una prueba más de que existía una cadena de protección alrededor de la trabajadora.
Sergio Bote lleva más de 18 años trabajando en Tragsatec. En su intervención, remarcó la singularidad del caso: “Nunca había visto algo así. En una empresa con 27.000 empleados, hay muchos filtros para evitar que alguien no fiche o no entregue el parte horario”.
Lo que más le molestó, dijo, no fue que se le diera la orden de no insistir más a Jésica, sino que su comportamiento, que él calificó de “estrictamente profesional”, fuera interpretado como una molestia. “Me lo tomé a mal, porque lo único que hice fue enviarle dos correos, algo normal. Podría haber sido mucho más insistente”, aseguró.
Más allá del incumplimiento de obligaciones laborales, el núcleo del escándalo gira en torno a la forma en que Jésica Rodríguez fue contratada. Aunque no se han aportado aún documentos definitivos que prueben favoritismo político o tráfico de influencias, las pruebas circunstanciales se acumulan.
La propia Caridad Martín ya sugirió en su momento que la contratación de Jésica no siguió los cauces habituales. Si se confirma que su entrada en Tragsatec fue impulsada por os en Adif y respaldada por del Gobierno, el caso podría escalar judicialmente.