Tecnología

La decisión que condenó a Europa: así perdimos la guerra de la Inteligencia Artificial hace 15 años

El viejo continente fue incapaz de capitalizar una estrategia común en un mercado cien millones más grande que el norteamericano

  • Inteligencia Artificial -

Amazon y Google son los reyes del dato. Sus dueños absolutos, con permiso de alguna que otra corporación tecnológica más de Estados Unidos y China, que no de Europa.

El viejo continente, fiel a este apelativo, perdió el tren de la nube -el cloud para los más sofisticados- hace ya quince años. Se tuvo la oportunidad de disponer de una propia, pero el tren pasó, y no va a volver. Europa es rehén de las grandes tecnológicas, sus datos, al completo, están en máquinas distribuidas por todo el planeta, pero que sirven al país del dólar o a la dictadura comunista por la que se rige China.

Los datos son prioritarios porque esas grandes tecnológicas saben hacer dinero con ellos. Usted no lo sabe, pero cuando compra en Amazon o Aliexpress, en realidad se lo están vendiendo, porque saben su poder adquisitivo, su raza, su sexualidad, edad y un montón de parámetros más que se agitan en un cóctel único para usted y que le va a gustar como ningún otro.

Manuel Muñiz-Morell, CEO en Iberia y Latam de Finwave, corporación dedicada a dotar de soluciones tecnológicas al sector financiero, y Filipe Teixeira, CEO y fundador de altermAInd, dedicada a la Inteligencia Artificial (IA) Generativa dieron su punto de vista respecto a esta y otras cuestiones en un encuentro profesional celebrado la semana pasada en Madrid

"Europa perdió hace 15 años la carrera de la Inteligencia Artificial al no ser valiente y crear una nube propia. Ahora todo el control es de los americanos, no en vano poseen el 70% de los unicornios de esta tecnología", aseguró Teixeira.

Por su parte Muñiz-Morell declaró que este no fue el único tren que se dejó pasar. "También perdimos el tren de las redes sociales. Están Facebook, Instagram, TikTok, Twitter... Pero no hay ninguna red social en Europa".

Sin embargo, ambos directivos, lejos de tachar a la extensa regulación europea -un mantra muy manido- del freno a la Inteligencia Artificial, ponen el acento en las personas. "Principalmente la IA no despega en Europa como en Estados Unidos o China porque las personas y las organizaciones no son capaces de asumir los cambios. Ese es el stopper, ya sea a nivel individual, de equipo o de organización", concluyó Teixeira.

Europa fue incapaz de capitalizar una estrategia común en un mercado cien millones más grande que el norteamericano (448 millones frente a 336 millones). En paralelo, Estados Unidos se remangó para impulsar la nube, apoyando a sus empresas tecnológicas y generando el humus necesario para que florecieran empresas del ramo. El resultado está a la vista

Declaraciones valientes, de las que gustaban a los abuelos de antes. La culpa es mía, que no de la situación. La responsabilidad es mía, que no de terceros. Solo yo puedo sacar adelante las cosas. Solo yo puedo ser el principio del cambio, sea individual o colectivo.

Las oportunidades de crear una nube europea se perdieron entre 2008 y 2012

La nube es capital en la Inteligencia Artifical, pero en realidad esa nube está en la tierra (nosotros la visitamos en su día). Son esos grandes servidores anclados al suelo de distintos países del mundo en salas refrigeradas donde se guardan los millones y millones de datos de todos los ciudadanos de la tierra.

La IA se alimenta de algoritmos -secuencias de órdenes informáticas-. Son más o menos precisos en función de la cantidad y calidad de los datos, y esa información se aloja en servidores, donde es recogida, cribada y posteriormente servida. Cuando usted pregunta a ChatGPT, su petición viaja a servidores de todo el planeta, donde se encuentran las respuestas, se procesan los resultados y presenta un plato a la carta, único. No hay dos respuestas iguales.

En 2008 ya se hablaba del crecimiento del cloud computing. Empresas tecnológicas europeas como Deutsche Telekom, Orange, Atos, Thales y otras más disponían de recursos y conocimiento para desarrollar soluciones de nube propias. Al mismo tiempo nacieron iniciativas académicas e industriales que anticiparon la importancia estratégica del cloud. Nada nuevo bajo el sol. Es un ejemplo extrapolable a la IA. Nos vamos a equivocar de nuevo.

La petulante Francia trató de dar un paso adelante en la creación de una nube soberana en 2011. Presentó el proyecto Andromède con el apoyo de Orange y Thales. Los conflictos internos acabaron por dinamitarlo y se escindió en dos empresas, Cloudwatt y Numergy, que acabaron por disolverse.

Europa fue incapaz de capitalizar una estrategia común en un mercado cien millones más grande que el norteamericano (448 millones frente a 336 millones). En paralelo, Estados Unidos se remangó para impulsar la nube, apoyando a sus empresas tecnológicas y generando el humus necesario para que florecieran empresas del ramo. El resultado está a la vista.

Estados, empresas e inversores europeos subestimaron la demanda futura del cloud. Se pensaba que no era un área tan estratégica o urgente y, de nuevo, pasamos al vagón de cola tecnológico. El resultado es el que es, y en el caso de la inteligencia Artificial va a ser el mismo. En poco tiempo habrá un Google de la IA, un Amazon de la IA, pero no habrá rastro de empresa europea alguna en este sector. Al tiempo.

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