Cultura

'Españoles contra el nazismo': de huir de Franco a derrotar a Hitler

Séan F. Scullion recupera la historia de más de un millar de republicanos españoles que lucharon en el Ejército británico durante la Segunda Guerra Mundial

  • Españoles del No. 50 Middle East Commando ante la esfinge de Giza

Algunos terminaron asaltando una fortaleza en Italia y llevándose por delante a un grupo de oficiales alemanes después de caminar 300 kilómetros en pleno invierno. Otros se enfrentaron al Afrika Korps de Rommel, con foto con la esfinge de recuerdo. Vagaron por Siria, Egipto, Palestina, Creta y se quedaron en los huesos en tórridos campos de prisioneros. Otros volaron y aterrizaron en Normandía y alguno participó en el desfile de la Victoria en Berlín en julio de 1945. Habían perdido su guerra, pero persistieron en su empeño de derrotar al mismo enemigo que ya habían enfrentado en España: el fascismo. 
El oficial del Ejército británico en el Cuerpo de Ingenieros, Séan F. Scullion recupera en 'Españoles contra el nacismo' la historia de más de un millar de republicanos españoles lucharon en el Ejército británico durante la Segunda Guerra Mundial. El autor atiende a Vozpópuli en una entrevista.

Pregunta. ¿Cuándo y cómo se empiezan a enrolar estos españoles en el Ejército británico? 

Respuesta. En realidad, tenemos a muchos españoles que ya se han alistado al ejército francés, tanto en la Legión sa Extranjera como en unidades de voluntarios extranjeros, además de compañeros de trabajo. Pero luego, con la derrota de Francia en 1940, la primera oleada es ese verano, junio y julio del 40. Estamos hablando de españoles que habían estado en la Legión sa y en otras unidades que se alistaron en Gran Bretaña. Luego, unos cuantos también se alistaron en Oriente Medio y formaron parte de la infantería británica. Después se hicieron del Comando de Oriente Medio.

P. ¿Quiénes eran los sconces?

R. Es una historia bastante fascinante. Cuando ya tenemos a varios españoles que se alistaron en el ejército británico después del verano del 40, los británicos estaban empezando a planificar operaciones en Europa, sobre todo porque no sabían qué iba a hacer Franco en cuanto a unirse al Eje. Entonces planificaron varias operaciones en la Península Ibérica por si los alemanes la invadían. La única mano de obra que tenían eran estos españoles que se habían alistado ese verano. El Special Operations Executive, que se estableció ese año para prender fuego a Europa, empezó a organizar operaciones y vieron que los únicos que se podían alistar al Executive eran de la primera compañía española que ya se habían alistado desde la Legión sa en Gran Bretaña ese verano. Los scouts era el nombre que se daban a esos agentes.

Entonces estamos hablando de más de 120 españoles republicanos que se hicieron voluntarios para convertirse en comandos. Hicieron la formación necesaria entre diciembre de 1940 y 1943. A la vez, el Gobierno británico estaba haciendo un esfuerzo enorme para impedir que España entrase en la guerra, sobre todo el embajador en Madrid, que tenía un equipo pequeño de personas con él intentando disuadir a los españoles de entrar en la guerra. Parte de esos planes incluía pagar sumas importantes a algunos generales de la dictadura para convencer a Franco y a los demás de no entrar en la guerra. Los sconces formaban parte de varios equipos que iban a luchar en la península contra los alemanes o, si hacía falta, contra el régimen franquista.

P. En estas operaciones que menciona, que no dejan de ser compras de voluntades a jerarcas del régimen franquista, también mencionaba a Juan March, el banquero que tan importante fue en la gestión del Golpe de Estado contra la República, llegando a financiar hasta el famoso vuelo de Franco.

R. Sí, él  ya había trabajado para los británicos durante la Primera Guerra Mundial. El jefe de los servicios secretos británicos le llamaba "el pirata". March fue quien hizo el trato con el gobierno británico. El gobierno británico transfirió bastante dinero a través de sus bancos, y fue a través de él que este dinero llegó a varios generales y personas importantes dentro de la dictadura. A la vez, los británicos estaban planificando otras opciones porque, con la dictadura franquista, no se sabía si iban a formar parte del Eje, si iban a mandar más tropas para ayudar al Eje o si, en caso de invasión de la Península Ibérica, iban a enfrentarse a esa invasión o a apoyarla, probablemente para capturar Gibraltar.

 de SCONCE IV posan para una foto de grupo en Thame House.

de SCONCE IV posan para una foto de grupo en Thame House. Augusto Pérez Miranda archive

P. En otro capítulo encontramos a un comando español en Oriente Medio, en un capítulo que titulas Vagabundos, con misiones en Siria, Creta y Palestina. Dice que pronto se hicieron respetar por "su astucia, su estado físico y su labor en misiones nocturnas".

R. Hay que decir que los 63 hombres que formaron parte del 50.º Comando de Oriente Medio fueron los primeros reclutas en esa unidad, que se formó en el verano de 1940. Estos hombres ya habían pasado por la Legión sa o por batallones de voluntarios extranjeros que fueron enviados a Oriente Medio por los ses. Al escaparse de Siria y del Líbano, pasaron a Palestina y Jordania, y se alistaron en el ejército británico, primero en la infantería, en el Regimiento de la Reina, y luego fueron los primeros reclutas en pasar al recién establecido 50.º Comando. Luego estaban el 51.º y el 52.º. Parece que hubo más españoles en el 50.º y el 51.º. En el 52.º, de momento, no he encontrado mucha información. En total, hubo unos 100 españoles republicanos que se pasaron al ejército británico y formaron parte del Comando de Oriente Medio. Con su formación previa en la Legión y su experiencia en la Guerra Civil, se convirtieron rápidamente en guerreros natos. Sus oficiales lo comentan bastante. Estuvieron en varias operaciones, y la batalla de Creta fue un punto culminante. La mitad de los hombres españoles de la Compañía B fueron capturados durante la batalla. Los demás escaparon y la mayoría siguió luchando. Algunos se hicieron soldados de infantería de nuevo, un par formaron parte del SAS (Servicio Aéreo Especial, por sus siglas en inglés), otros se unieron a los zapadores y estuvieron luchando hasta el final de la guerra; algunos incluso permanecieron en el ejército británico hasta 1946 o 1947.

P. Los que cayeron prisioneros de guerra sufrieron importantes calamidades.

R. De los que fueron capturados, muchos fueron enviados a varios campos en Polonia y Alemania. La mayoría tuvo que hacer lo que se llamaban las marchas de la muerte al final de la guerra, cuando el ejército alemán trasladó a muchos prisioneros desde el este hacia el oeste. Hay muchos casos e historias que menciono en el libro. Por desgracia, murieron dos en un último ataque aéreo, quizás de los aliados, quizás de los rusos. 

P.  Lo ha mencionado antes de pasada, pero hubo españoles que se alistaron en el Servicio Aéreo Especial (SAS). ¿A qué se dedicaron?

R. He encontrado más de 15 casos. Unos ocho o nueve se alistaron en el segundo SAS, un regimiento originalmente británico, pero que tenía un escuadrón compuesto por extranjeros: alemanes, judíos, españoles y algunos ses. Los demás, unos ocho, nueve o diez, formaron parte del tercer y cuarto SAS, que eran regimientos ses. Estos hombres se alistaron o ya eran del ejército de la Francia Libre, o habían sido legionarios, y luego se hicieron voluntarios para el SAS. Participaron en muchas operaciones, sobre todo tras las líneas enemigas en Francia después del Día D en 1944, también en el otoño de 1944 en el norte de Francia, cerca de Alemania, Bélgica y Holanda. También hubo operaciones en las que participaron españoles del tercer escuadrón del segundo SAS: la Operación Galia y la famosa Operación Tómbola en el norte de Italia.

P. Entonces hubo españoles en el Día -D en el ejército británico

R. Claro. Siempre me ha molestado que la gente no se dé cuenta de que había muchos españoles que llegaron a Normandía el Día D o justo después. Estamos hablando de españoles que estuvieron en las fuerzas aerotransportadas, por ejemplo, los paracaidistas. Hay un buen ejemplo de un vasco, Lucio Echavarría, que estuvo en uno de los batallones de paracaidistas, el batallón número 12 del regimiento, y llegó el Día D. Desafortunadamente, murió a causa de sus heridas el 12 o 13 de junio. También podemos hablar de varios españoles que estuvieron en la 7.ª División Blindada, las famosas Ratas del Desierto. Llegaron el 7 u 8 de junio a Normandía y avanzaron hasta el norte de Alemania. Está el caso famoso de Fernando Esteve, que fue galardonado al final de la guerra y participó en el desfile de la Victoria en Berlín en julio de 1945. También hubo otros españoles en unidades de ingenieros y zapadores. La primera compañía española llegó a Normandía unas semanas después del desembarco aliado. Además, hubo varios españoles detrás de las líneas enemigas, como del SAS y del SOE (Dirección de Operaciones Especiales, por sus siglas en inglés), participando en operaciones en el sur de Francia en julio y agosto, junto a los maquis españoles cerca de la frontera española. También hubo otros españoles involucrados en varias operaciones a finales de 1944 y principios de 1945, como menciono en el capítulo 7, "Volando por el humo", donde relato historias de españoles que pertenecieron a unidades más pequeñas, pero con trayectorias igualmente increíbles.

El escritor Raúl Montilla junto a Séan F. Scullion.

El escritor Raúl Montilla junto a Séan F. Scullion.

P. De toda su investigación, ¿se queda con alguna historia personal?

R. Es muy difícil, porque estos hombres pasaron por muchísimas cosas. Pero si hablamos de personas con un carácter increíble, destacaría a Rafael Ramos Masens, del SAS. Fue herido durante la batalla del Ebro, hecho prisionero, se escapó, se alistó en la Legión sa, fue internado y estuvo trabajando en la línea ferroviaria transahariana. Cuando fue liberado, se alistó en el ejército británico, se hizo miembro del SAS y demostró ser un soldado nato. Participó en varias operaciones en Francia y fue condecorado con la Medalla Militar por su actuación en la Operación Tómbola. Marchó casi 300 kilómetros en pleno invierno, detrás de las líneas enemigas, junto a tres compañeros, para llegar a la zona de la Operación Tómbola. Fue uno de los primeros en entrar en uno de los edificios atacados, donde estaba el estado mayor alemán en el norte de Italia. Mató personalmente a seis oficiales alemanes, rescató a uno de sus oficiales y logró escapar con otro compañero del SAS. Estuvieron tres días esquivando a los alemanes. Su historia es increíble.

También está Fausto García, un hombre sencillo que trabajaba en el País Vasco en los años 30. Se casó tarde, tuvo dos hijos, trabajaba en Altos Hornos en Bilbao. Durante la Guerra Civil, envió a sus hijos con otros 4.000 niños vascos para que escaparan de la guerra en 1937. Él y su mujer escaparon al sur de España y lograron salir en uno de los últimos barcos que zarpó de Cartagena en 1939. Llegaron a Orán, donde él se hizo electricista, pero fue internado en el campo de concentración de Djelfa, separado de su mujer. No volvió a verla hasta 1947. En el libro incluyo una carta que escribió a sus hijos, que estaban acogidos por una familia en Glasgow. Cuando fue liberado del campo de Djelfa, se alistó en el ejército británico y fue enviado a Gran Bretaña, donde siguió luchando hasta reunirse con su familia en 1947. Son ejemplos de personas con una dignidad y una fuerza de carácter impresionantes.

P. Los aliados ganan la guerra, el fascismo y el nazismo caen. Pero estos españoles seguían esperando ganar su primera guerra, su guerra más personal. Ven cómo en España, la dictadura franquista que apoyó al Eje se mantiene en pie. Hablas de una gran frustración.

R. No solo había frustración, sino también una gran pregunta: ¿y ahora qué? No solo en cuanto a lo que iba a pasar en España y con el régimen franquista, sino también en cuanto a sus propias vidas. Tenían que buscarse la vida, empezar de nuevo. Podemos hablar de españoles como Agustín Roa Aventura, por ejemplo, que fue uno de los que estableció la Asociación de Veteranos más tarde en Gran Bretaña. Sabían que tenían que esforzarse para poder quedarse en Gran Bretaña si era necesario. Algunos, sobre todo los que se habían alistado en África del Norte, recibieron documentos que les indicaban que serían desmovilizados en África del Norte. Tenían que protestar porque no tenían casa: la única casa que tenían era la que habían construido en Gran Bretaña.

Por otro lado, los que estaban en la primera compañía española, en el SAS o en los comandos de Oriente Medio, sí tenían la posibilidad de instalarse inmediatamente en Gran Bretaña. Lo que también me fascina es que, por ejemplo, los más de treinta que se hicieron prisioneros de guerra siendo gibraltareños tenían derecho a quedarse en Gran Bretaña, aunque nunca hubieran estado allí antes. Era una mezcla enorme de situaciones: buscar trabajo, formar una familia, seguir adelante. Durante los primeros años tras la guerra, tuvieron que sobrevivir y seguir hacia adelante, dejando de lado los pensamientos de frustración por lo que ocurría en España.

En los años 50 y 60, muchos se activaron políticamente y empezaron a protestar contra el régimen franquista desde el exilio. Muchos ya eran británicos: se habían casado con británicas o habían adquirido la nacionalidad británica. Otros no quisieron hacerlo y trataron de mantener su nacionalidad española, aunque el régimen franquista lo dificultaba. No fue hasta la muerte de Franco en 1975 que muchos pudieron volver a ver a sus familias y regresar a sus pueblos. Esa historia ha quedado bastante olvidada, no solo en Gran Bretaña, sino también en España.

P. En cuanto a los números totales, ¿sabemos si la mayoría se quedó en el Reino Unido?

R. Podemos hablar de unos 700 que se quedaron en Gran Bretaña. Muchos otros volvieron a lugares como Francia, donde tenían familiares. Un grupo bastante grande se marchó desde Gran Bretaña, entre 1946 y 1947, a México. Hay muchos casos de personas que habían estado en África del Norte, que luego fueron desmovilizadas en Gran Bretaña y se trasladaron a México, principalmente por razones políticas, debido a esa frustración de la que hablamos. Los demás se quedaron en Gran Bretaña.

P. Y ya no queda ninguno vivo.

R. Que yo sepa, no. El último que quedaba murió el año pasado, con 103 años.

P. Para terminar, aquí en España hay una clara ola revisionista en la actualidad, con autores y publicaciones que replican el argumentario franquista, justificando el golpe de Estado y la guerra. Sin ir más lejos, la semana pasada Esperanza Aguirre, que fue ministra de Cultura y presidenta de la Comunidad de Madrid afirmó que “a la larga, la dictadura fue mejor que la II República”. Usted, que tiene una visión más alejada, ¿cómo cree que se ve la Guerra Civil en países como Reino Unido?

R. El famoso Paul Preston lo dijo claramente: se han escrito más libros sobre la Guerra Civil española fuera de España que días se pueden contar desde que terminó la Guerra Civil. Creo que la historia de la Guerra Civil española ha sido contada por los perdedores. Menciono eso un poco en el libro, en el último capítulo. En la mayoría de los casos, fuera de España se ve la Guerra Civil como el primer capítulo de la Segunda Guerra Mundial. Además, fue una guerra interna. Mucha gente dice que no fue una guerra civil, que fue varias cosas. La derecha dice una cosa, la izquierda dice otra, pero para muchos que están fuera del país, fue una guerra injusta en la que los que perdieron tenían razón, y no los que vencieron.

Siendo militar, intento mantenerme neutral en estas cuestiones. Mi intención en este libro ha sido contar la historia de un grupo de españoles que fueron de izquierdas, sí, que fueron republicanos, sí, pero que enriquecieron la cultura y la historia del Ejército británico y que forman parte de la memoria histórica de España. Eso queda claro para mí.

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