En un hallazgo que redefine los límites de lo que creíamos posible en la astronomía moderna, un equipo de científicos ha descubierto un planeta que orbita no una, sino dos estrellas. Lo sorprendente es que estas "estrellas" en realidad son enanas marrones, objetos celestes que no llegan a encenderse como soles, y que el planeta sigue una órbita vertical o polar, una rareza extrema en el cosmos.
Este fenómeno, registrado en el sistema 2MASS J15104786+1320544 (abreviado como 2M1510AB), se sitúa a unos 120 años luz de la Tierra. El hallazgo fue liderado por astrónomos de la Universidad de Birmingham y confirmado por el Observatorio Europeo Austral (ESO) a través del Very Large Telescope (VLT) en Chile.
Un planeta que desafía los modelos clásicos del sistema solar. Los astrónomos han bautizado al planeta como 2M1510AB b, y según explican en la revista científica Science Advances, su órbita está completamente desalineada respecto al plano de las enanas marrones. En lugar de girar alrededor del ecuador de sus estrellas, como lo hacen los planetas del sistema solar, este exoplaneta se desplaza "de arriba a abajo", en una órbita perpendicular.
Este tipo de órbita se denomina órbita polar circumbinaria, y hasta ahora no se había observado en planetas que orbitan sistemas binarios de enanas marrones. Para los astrónomos, esto representa un nuevo tipo de arquitectura planetaria, y podría cambiar la forma en que entendemos la formación de planetas en sistemas extremos.
¿Qué son las enanas marrones y por qué importan?
Las enanas marrones son cuerpos celestes que se encuentran en un limbo cósmico: tienen más masa que los planetas gigantes como Júpiter, pero, en términos científicos, no tienen suficiente masa para iniciar la fusión nuclear del hidrógeno, lo que las convierte en "estrellas fallidas".
Que un planeta como 2M1510AB b pueda formarse y mantenerse en órbita estable alrededor de dos de estas enanas marrones plantea nuevas preguntas para los modelos de evolución planetaria. Hasta ahora, la mayoría de exoplanetas descubiertos han sido hallados en sistemas con estrellas activas y luminosas, no en entornos fríos y poco energéticos como estos.
Un hallazgo que amplía los límites de la astrofísica
Según el equipo de investigación, esta óptica orbital inusual podría deberse a interacciones gravitacionales tempranas, o incluso a la formación independiente del planeta, que luego fue capturado por el sistema de enanas marrones. Estas hipótesis están siendo exploradas con nuevas simulaciones numéricas y observaciones con telescopios como el James Webb Space Telescope (JWST).
El descubrimiento no solo enriquece nuestro conocimiento sobre la diversidad de sistemas planetarios, sino que también invita a revisar las condiciones mínimas necesarias para que un planeta exista y sobreviva en entornos inhóspitos.
Una rareza que podría no ser tan rara
Este caso particular podría ser solo la punta del iceberg. Los astrónomos sospechan que muchas más órbitas inusuales podrían estar ocultas entre los datos recolectados por telescopios actuales y futuros. A medida que las técnicas de detección mejoran, es probable que encontremos otros planetas en órbitas atípicas, e incluso más extremos.
Además, estudios como este abren la puerta a una cuestión clave: ¿Podrían surgir formas de vida en sistemas tan diferentes al nuestro? Aunque las enanas marrones emiten muy poca luz, algunos modelos astrobiológicos consideran que podrían tener lunas o regiones donde las condiciones no sean del todo imposibles para la vida.