Opinión

Se le acabó la fiesta al Chivo

Hoy España se encuentra en una grave encrucijada, y o la democracia reacciona o acabaremos dañando de forma irreversible el Estado de Derecho

  • Pedro Sánchez en la sede del PSOE -

“Ya no recordaba cómo empezó aquello, las primeras dudas, conjeturas, discrepancias, que lo llevaron a preguntarse si en verdad todo iba tan bien, o si, detrás de esa fachada de un país que bajo la severa pero inspirada conducción de un estadista fuera de lo común progresaba a marchas forzadas, no había un tétrico espectáculo de gentes destruidas, maltratadas y engañadas, la entronización por la propaganda y la violencia de una descomunal mentira” ('La fiesta del Chivo'. Mario Vargas Llosa. Alfaguara).

El informe de casi 500 páginas entregado por la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil al Tribunal Supremo no es simplemente otro escándalo político más. Es la radiografía de un sistema de corrupción enquistado en las más altas esferas del poder que pone en jaque la credibilidad de las instituciones españolas y la confianza ciudadana en la democracia.

Las grabaciones que implican a Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE y número tres del partido, junto a José Luis Ábalos y Koldo García, revelan una trama criminal de una sofisticación y alcance que trasciende cualquier cortafuegos que el Gobierno pueda intentar levantar. No estamos ante un caso aislado de corrupción, sino frente a una organización criminal que habría operado desde el corazón mismo del poder ejecutivo, manipulando adjudicaciones públicas y repartiéndose comisiones millonarias con la naturalidad de quien considera el Estado como su finca particular.

La magnitud del escándalo es devastadora. Dos secretarios de Organización del PSOE implicados en tramas de corrupción: primero Ábalos, ahora Cerdán. Una concatenación de casos que alcanza al entorno más íntimo de Pedro Sánchez: su esposa investigada, su hermano procesado, el fiscal general del Estado muy cerca del banquillo. ¿Es creíble que el presidente del Gobierno y líder del PSOE permaneciera ajeno a esta red de corrupción que se extendía como una metástasis por todo el aparato del Estado?

Las grabaciones que implican a Santos Cerdán, Ábalos y Koldo García, revelan una trama criminal de una sofisticación y alcance que trasciende cualquier cortafuegos que el Gobierno pueda intentar levantar"

La respuesta a esta pregunta es tan evidente como incómoda para quienes llegaron anunciando que iban a convertir la lucha contra la corrupción en su principal bandera política. El mismo partido que derribó a Mariano Rajoy con una moción de censura justificada en la corrupción del PP, se encuentra ahora en una posición infinitamente más comprometida. Las grabaciones de Koldo García no dejan lugar a interpretaciones benévolas: describen con detalle escalofriante cómo se gestionaban los "adeudos" de las empresas, cómo se repartían las comisiones y cómo Santos Cerdán aparece como el gestor de estos pagos ilegales.

La intervención de Pedro Sánchez, en una comparecencia en Ferraz cuya escenificación y ambiente fueron solo comparables a los de una sala de tanatorio, resultó, por previsible, lo más irrelevante de la jornada: sin explicaciones y tirando de su acostumbrado victimismo, el presidente del Gobierno se limitó a anunciar una auditoría externa del partido como reacción a un terremoto que deja más que tocado su proyecto. Sánchez reaccionó a la confirmación del escándalo como un líder autocrático alérgico a la asunción de responsabilidades personales y con la única intención de anunciar que se propone seguir su huida hacia adelante con su obcecada negativa a convocar elecciones anticipadas.

La dimisión de Cerdán ya no es suficiente. Ya no hay cortafuegos que valgan cuando el incendio ha alcanzado los cimientos del edificio institucional. La utilización de aplicaciones como Signal para ocultar comunicaciones, el uso de mayores medidas de seguridad que ha documentado la UCO, y la descripción de un sistema perfectamente aceitado de reparto de comisiones revelan una corrupción sistémica que no puede resolverse con dimisiones puntuales.

La situación se vuelve insostenible para los socios parlamentarios del Gobierno. Sumar, que ha hecho de la regeneración democrática su seña de identidad, se encuentra en una posición imposible: ¿cómo mantener la credibilidad mientras apoya a un Ejecutivo salpicado por múltiples casos de corrupción? Especialmente grave la posición del PNV, partido que jugó un papel determinante en la moción de censura contra Rajoy. La coherencia política y la credibilidad democrática exigen del nacionalismo vasco una respuesta a la altura de sus precedentes.

¿Es creíble que el presidente del Gobierno y líder del PSOE permaneciera ajeno a esta red de corrupción que se extendía como una metástasis por todo el aparato del Estado?"

No estamos ante una crisis provocada por cuatro delincuentes de poca monta que actuaron por libre. Estamos frente a una crisis institucional de primer orden que daña la reputación de España, erosiona la confianza en sus instituciones y compromete la credibilidad del país. Cuando la corrupción alcanza las más altas cotas del poder, cuando afecta a ministros, asesores y dirigentes del partido en el Gobierno, cuando se extiende por múltiples áreas de la istración pública, no cabe hablar de casos aislados sino de corrupción sistémica.

La respuesta institucional debe estar a la altura de la gravedad del desafío. Como lo están las Fuerzas de Seguridad, cuyo papel es esencial para que la Justicia haga su trabajo y demuestre que nadie está por encima de la ley. Como lo han estado, y seguirán estándolo, los medios de comunicación independientes, cuya función de control de cualquier poder se ha demostrado en estos años fundamental, publicando informaciones incómodas pese a las presiones y amenazas.

La libertad de información vuelve a demostrar que es el mejor antídoto contra la corrupción y el mejor garante de la transparencia democrática. Frente a las leyes restrictivas, frente a los intentos de control mediático, frente a los chantajes y presiones, los medios libres han abierto paso a la verdad. Es una victoria de la libertad sobre quienes pretenden silenciarla.

La dimisión de Cerdán ya no es suficiente. La descripción de un sistema perfectamente aceitado de reparto de comisiones revela una corrupción sistémica que no puede resolverse con dimisiones puntuales"

El 10 de octubre de 2024, un mes después de que fuera detenido Víctor de Aldama, este periódico publicó un editorial titulado “Al final de la escapada” en el que se calificaba a Pedro Sánchez como “un escapista al que cada vez le quedan menos trucos, un muñeco roto al que sostienen los más acérrimos enemigos del Estado y una obscena red de poder nutrida de estómagos agradecidos”. Ya en aquel momento pensábamos que no era posible degradar más la política y las instituciones. Pero como es obvio, nos volvimos a equivocar. Como tantos otros.

Hoy España se encuentra en una encrucijada. O bien asume la gravedad de la crisis y actúa con la contundencia que la situación requiere, o bien permitirá que la corrupción siga erosionando los fundamentos del Estado de Derecho. La ciudadanía merece respuestas, la democracia exige depuraciones y la historia juzgará las decisiones que se tomen en estos momentos cruciales.
 

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