El rap madrileño vivió este sábado uno de sus hitos históricos: Natos y Waor celebraron 15 años de carrera llenando el Estadio Metropolitano con más de 60.000 personas que corearon, bailaron y sudaron cada una de sus rimas. Lo que comenzó en parques, casas okupas y coches apretados se convirtió en una comunión masiva entre dos chavales de barrio —Fernando y Gonzalo— y toda una generación que ha crecido con sus versos.
A las 21:00 horas en punto, el escenario explotó. Una escenografía cuidada al milímetro, rodeada por un mar de luces y humo, recibía al dúo mientras abrían con “Piratas” y “Camarón”, dos clásicos de su repertorio más crudo. Acompañados por una comitiva encapuchada, al más puro estilo cinematográfico, Natos y Waor arrancaron su celebración con la actitud de siempre: sin poses, sin pretensiones, sin más armadura que sus letras.
“Nunca fue por dinero”: pura esencia desde el primer minuto
El estadio vibró con temas como “RocknRollas” o “Demonios y bares” junto a Costa. El primer bloque del concierto fue un guiño continuo a sus raíces. Rap de calle, con beats duros y letras viscerales, como si estuvieran en La Traba o en La Dragona en lugar de en el mismo estadio donde han tocado Ed Sheeran, AC/DC o Aitana. A los diez minutos ya estaba sobre el escenario Costa, uno de los nombres imprescindibles en la historia del rap patrio, para desatar la locura con “RocknRollas” y “Demonios y bares”.
Ivan Cano, Dave, Chamán, Israel B y Al Safir —con quien interpretaron su hit “Gold Diggers”— fueron desfilando uno a uno, en una primera parte del show, que fue una celebración del rap colaborativo, el que crece en familia y en escena.
Ni los fallos técnicos, como el que afectó al micro durante “Martes 13”, apagaron el fuego. El público, fiel, acompañó con sus voces a un Natos que rapeó a pelo, sin miedo, y a un Waor que devolvió el ánimo: “Como lleváis haciendo hace 15 años, vosotros estáis ahí para levantarnos”.
Hijos de la Ruina vuelve: nuevo volumen y gira en 2026
El segundo acto del concierto trajo uno de los momentos más esperados por los fans: el reencuentro con Recycled J para resucitar a Hijos de la Ruina, el trío que marcó a toda una generación con sus tres volúmenes de rap visceral, introspectivo y pegajoso.
Temas como “Speed”, “Sudores fríos” y “A la tumba” caldearon al máximo el Metropolitano, que coreaba cada palabra como si no hubiera mañana. Entonces llegó la sorpresa: un nuevo volumen de Hijos de la Ruina está en camino, y con él, una gira nacional en 2026 que ya tiene al menos once paradas previstas en España.
El tema “Madriz”, que se presentó en primicia, sonó con una base electrónica influida por el UK Garage, dejando claro que el trío sigue innovando sin perder su esencia.
En el tercer bloque del concierto, ya entrada la noche, la oscuridad del estadio contrastaba con la energía brutal que se mantenía desde el minuto uno. Un quinteto de cuerda acompañó piezas como “Cuentas perdidas”, dando un toque más íntimo, hasta que apareció Fernando Costa con “Hustlers”, y el ambiente volvió a encenderse.
Pero fue la llegada de Naiara, ganadora de OT 2023, la que desató el clímax colectivo. Bastaron unos acordes para que “Veneno”, su colaboración con Natos, convirtiera el estadio en un solo grito. Probablemente, fue la canción más cantada de toda la noche.
Más invitados, más unión: Delaossa, Hoke, Denom y SFDK
Lo de anoche no fue un concierto al uso: fue una fiesta del rap español. A lo largo de tres horas y media, desfilaron nombres como Delaossa y Peke, con “Montecarmelo”; Hoke con su tema “Budokai”; Denom, que soltó “Por ti”; y hasta una banda completa de bajo, guitarra y batería que acompañó a Recycled J en su despedida temporal con “Más alcohol”.
Y aún faltaba otro de los momentos más emotivos: el cierre con Zatu y SFDK, los referentes absolutos del rap sevillano, entonando ese estribillo tan coreado de “Sin ceros”: “Antes de tocar el cielo, hay que perder el miedo a volar, nunca fue por dinero, hay cosas que no puedes comprar”.
Natos y Waor cierran con “Cicatrices”
Ya en la recta final, tras más de tres horas de música ininterrumpida, Natos tomó el micro con voz quebrada y palabras sinceras: “Gracias por prestarnos vuestros corazones y vuestros oídos. Gracias por regalarnos el mejor día de nuestras carreras y uno de los mejores de nuestra vida.”
Y añadió, mirando a su compañero: “Gracias, sobre todo a ti, Fernando, por ser mi hermano. Te quiero, tío".
Luego fue el turno de Waor, que devolvió el gesto: “Vosotros nos veis aquí haciéndonos los chulos, pero hay un equipo detrás que nos permite hacer todo esto. Agradezco a la vida que me haya puesto a un tío como Gonzalo en el camino. Te quiero".
Para cerrar la noche, el trío final de hits: “Bicho raro”, “Cicatrices” —quizás su tema más emblemático— y “Es como la cocaína”. Fue el broche perfecto a una velada que ya forma parte de la historia del rap en España.
Del barrio al estadio: el orgullo de seguir siendo los mismos
Quizá lo más impactante del concierto de Natos y Waor no fue el despliegue técnico, ni la lista interminable de invitados, ni siquiera los 60.000 asistentes. Lo verdaderamente brutal fue que, pese al tamaño del estadio, todo sonó cercano, auténtico y humilde. Como si siguieran en el barrio, solo que con miles de almas acompañándolos.
15 años después, Natos y Waor siguen siendo esos dos chavales que rapeaban en casas okupas y soñaban con que el rap pudiera llenar algo más que una sala pequeña. Anoche no solo lo llenaron: lo reventaron.