Opinión

Una gran manifestación contra un autócrata atrincherado

Miles de españoles convocados por Feijóo ocuparon las calles con las imágenes frescas del esperpento de esa rueda de prensa que retrató al régimen sanchista

  • Feijóo, Aznar y Ayuso en la manifestación del 8 de junio -

Madrid se ha inundado este domingo con ciudadanos hartos de ver cómo Sánchez destruye el Estado de derecho. Miles de españoles convocados por Núñez Feijóo ocuparon las calles con las imágenes aún frescas del esperpento de esa rueda de prensa que retrató definitivamente al régimen sanchista. La otra provocación provenía del Tribunal Constitucional, donde Conde-Pumpido y sus compinches demostraban que los bárbaros están dentro y ya han ocupado el Capitolio.

Muchos piensan que estas movilizaciones son inútiles, pero  las analogías, es decir, la comparación con otras democracias que, salvando distancias temporales y geográficas, también vieron degradada su institucionalidad democrática, cuestionan esa idea. En Polonia, en 2023, había poca esperanza en derrotar a los ultranacionalistas antiliberales de Ley y Justicia que contaban con mayorías inalcanzables para la opositora Coalición Liberal liderada por el europeísta Donald Tusk. Hoy nadie discute la influencia decisiva en el vuelco electoral de las grandes manifestaciones ciudadanas, especialmente la denominada “el millón de corazones”, de octubre de ese año en Varsovia. 

Esa fue la cara. La cruz se vivió en Polonia hace unos días con la derrota, solo por décimas, del candidato liberal a la presidencia. Con respecto a lo ocurrido dos años antes, la gran diferencia estuvo en la desmovilización que se reflejó en una participación de casi cuatro puntos porcentuales menos. No es la única analogía a considerar; hay muchas más. En las elecciones presidenciales de Rumanía, un movimiento populista aliado de Putin ganó la primera vuelta, lo que provocó una espectacular movilización de ciudadanos que no querían que su país siguiera el ejemplo de la Hungría del autócrata Orbán. Es imposible no asociar el triunfo en la segunda vuelta del candidato liberal por más de diez puntos con la espectacular manifestación días antes de la votación. 

Para restaurar el Estado de derecho hace falta lo que él denomina una “segunda liberación”. En el caso español, sería necesaria una reactivación de la sociedad como la de la transición de 1978

Fuera de Europa, en Corea del Sur se produjo un fenómeno similar en las recientes elecciones: movilización masiva contra el golpe de Estado de la ley marcial de un primer ministro con vocación de autócrata y vuelco electoral con victoria contundente del candidato liberal. Y en España, el triunfo sorpresivo de Ciudadanos en 2017 (desaprovechado) se produjo días después de la espectacular manifestación constitucionalista de Barcelona. Por cierto, en todos los casos, los gobiernos autocráticos interpelados cuestionan el número de asistentes. No fueron tantos, dicen. Para este 8-J, ¿con qué compararán los sanchistas? ¿Con la “foto de Callao” de hace un mes y una asistencia de menos de mil personas de todas las izquierdas del catálogo, incluido el PSOE? 

Ahora habrá que estar atentos a qué gestión política se hace del clamor ciudadano en la calle. Para un análisis sobre lo que está pasando hoy en España, viene como anillo al dedo el excelente estudio de Timothy Garton Ash (La linterna mágica) que trata sobre los procesos de rehabilitación de democracias averiadas en Europa. En su opinión, las movilizaciones ciudadanas son muy útiles por situar el foco público en la degradación de la democracia liberal. Para restaurar el Estado de derecho hace falta lo que él denomina una “segunda liberación”. En el caso español, sería necesaria una reactivación de la sociedad como la de la transición de 1978. Tras la caída de Sánchez, olvídense de una vuelta al viejo bipartidismo PP-PSOE; esa tecla está rota.

Ante la pregunta obsesiva para todos los demócratas españoles sobre cuánto aguantarán, es público y notorio que, como ocurre con todos los grupos extractivos del dinero público, los sanchistas resistirán atrincherados todo lo posible; días, meses o años

Los españoles, impresionados y avergonzados por lo que va saliendo a la luz, tendrán que preguntarse, no solo por lo que se hizo bien hace cincuenta años, sino también por lo que se ha hecho mal ahora para llegar a esto. Garton Ash analiza el caso de Hungría que, tras recuperar la democracia liberal con una gran movilización en 1989, ya había logrado en 2009 un sólido Estado de derecho, pero en 2019 se había convertido en una autocracia. La enseñanza a retener: las democracias siempre están en peligro y deben ser defendidas por cada generación. 

Cabe esperar que la marea de manifestantes  en la Plaza de España ayude a poner fin a la barbarie sanchista. Ante la pregunta obsesiva para todos los demócratas españoles sobre cuánto aguantarán, es público y notorio que, como ocurre con todos los grupos extractivos del dinero público, los sanchistas resistirán atrincherados todo lo posible; días, meses o años. Si Sánchez fuera un demócrata, dimitiría ya, pero no lo es.

La gran manifestación de este 8-J examinaba también la capacidad de Feijóo para representar a electores de centroizquierda. “Sin banderas del PP, solo con la bandera de España”, las impactantes imágenes de las calles de Madrid son la respuesta.

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