Opinión

Invasión sutil

Tras la camiseta de Ábalos asoma una realidad de alcance mucho más profundo: España se está convirtiendo en una colonia china y alguien se está forrando

  • Reunión en Moncloa de Sánchez con Han Zheng, vicepresidente chino -

El vicepresidente chino, Han Zheng, protagonizó este pasado miércoles un pase gráfico en Moncloa, agasajado por un presidente del Gobierno que seguramente no ignora la destitución de su invitado como secretario local del Partido Comunista Chino (PCCh) en Shanghái al verse salpicado, hace casi dos décadas, por un escándalo de corrupción.

Con estas correspondencias, resulta natural que el choque de culturas no sea tal, hasta el punto de que, de un tiempo a esta parte, la complicidad inicial para dotar de mayor dinamismo la diplomacia económica con el gigante asiático haya trocado en una descarada connivencia que tiene entre la dirigencia sanchista una recua de colaboracionistas dispuestos a poner a España en almoneda para mayor provecho de un régimen totalitario de paciencia infinita en su objetivo de lograr la hegemonía mundial, propósito en el que está desde hace lustros.

El 'photocall' monclovita del mandatario chino consistió, claro, en un mudo, con la prensa a una distancia sideral, ocupada en la rebelión de las togas, en los tiras y aflojas de la sesión de control en el Congreso, y de la última revelación, camino de la nada, con que se pretende ahormar, a veces con solidez y otras con paladas de voluntarismo, la convicción de que Sánchez está en tiempo de descuento.

En los últimos nueve meses, el presidente ha hecho más por China que por los españoles. Y lo peor es que el coste de los servicios prestados a Xi Jinping ha corrido a expensas del país que gobierna

En los últimos nueve meses, el presidente ha hecho más por China que por los españoles. Y lo peor es que el coste de los servicios prestados a Xi Jinping ha corrido a expensas del país que gobierna, tanto en términos de imagen exterior como respecto al incremento de la dependencia a un actor cuya condición de socio es dudosa en virtud del enorme desequilibrio existente en la balanza comercial entre ambos países. A favor de China, naturalmente.

En 1978, el escritor catalán Pere Calders publicó un relato breve, 'Invasió subtil' ('Invasión sutil'), en el que se jugaba con la fantasía de un asalto extraterrestre enmascarado en rasgos orientales. En realidad, el cuento ite interpretaciones nada amables sobre el tipo japonés que aparece en la trama, vista por algunos como una alegoría racista sobre los peligros para la identidad y la cultura catalanas ante la magnitud de la llamada inmigración castellanohablante de unas décadas atrás. 

Ábalos, tras el registro de su casa en Valencia. EFE

En rigor, tanto Sánchez como el muñidor en la sombra que es Zapatero han franqueado, como ningún otro antes, la entrada a los intereses económicos de un país que, cuando se expande, pone tiendas más que banderas. Los representantes diplomáticos chinos en España están también dándolo todo para atraerse la confianza europea, con encuentros mediáticos y empresariales en los que no se cansan de trasladar la oportunidad que, aseguran, se abre para la UE de reorientar su rol económico en el nuevo contexto internacional mediante el establecimiento de alianzas con un país, el suyo, donde no hay democracia pero sí muchas fábricas.  

Que tanto a Sánchez como al muñidor en la sombra que es Zapatero les pirra el viraje al este queda patente con un somero repaso a la agenda presidencial de los últimos nueve meses: ocho encuentros de alto nivel con dirigentes del PCCh y un puñado de tiburones empresariales en los dos viajes de Estado girados con destino a Zhongnanhai, la sede del Gobierno en Pekín, para rendir pleitesía a Xi.

Algunos apuntan al 'thin tank' Cátedra China como custodio de unos contratos alfombrados sobre el terreno por Zapatero en torno a los que el cerrojazo es tan evidente como el operado en la visita del vicepresidente Zheng a La Moncloa

Sin embargo, los españoles ignoramos todo sobre los acuerdos y cesiones comprometidos en este trasiego. Algunos apuntan al 'think tank' Cátedra China como custodio de unos contratos alfombrados sobre el terreno por el expresidente, con enormes intereses en la zona, en torno a los que el cerrojazo es tan evidente como el operado en la visita del vicepresidente Zheng a La Moncloa. 

Con el tiempo de descuento de Sánchez ocurre como con el de los partidos de fútbol de selecciones nacionales, que se hace demasiado largo y muchas veces concentra los acontecimientos determinantes. En el estadio se ven, pero en la progresfera sanchista lo realmente sustancial, casi nunca. Lo cierto, en cualquier caso, es que, tras la camiseta de Ábalos, asoma una realidad de alcance mucho más profundo: España se está convirtiendo en una colonia china y alguien se está forrando.

   

 

 

 

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